2007/01/23

Dreikönigen - Los Reyes Magos


*La caída del gato, ¡no es una pose erótica!, es el nombre de esa fuente que corre jardín (y montaña) abajo*


*Am Palast im Montjuïc beim Sonnenuntergang*

Stimmt es oder nicht ist es gesagt und geglaubt, daß die Aschen den drei Königen im kölner Dom liegen. Ganz bescheiden wie alles aus der katholischer Religion in eine goldene Arche. Der 6. Januar gilt als ihren Weltweitfeiertag. Am Tag sind wir ins Kino gegangen, genau im Kino. Denn es gibt in Barcelona noch Kinosaale. Eine Juwel der Architektur die Köln sich erlaubt hat zu verlieren.


*So drehen sich die Ideen im Kopf der Künstlerin*


*Ja: Dieses Jahr habe ich vielen tollen Sachen vor!*

Vengo de la ciudad donde reposan –no me consta, vivimos convencidos de una cantidad de mentiras que no me extrañaría que esta sea otra; en todo caso y a su pesar, una que ya ha surtido varios siglos su efecto– las cenizas de los reyes que fueron a llevar regalos al niño Jesús a su lecho de recién nacido [o de ya 12 días, haciendo las cuentas].

Cuenta otra leyenda más reciente que cuando los tres –¿cómo llamarles, cuando ya se ha discutido que ni eran reyes y mucho menos magos?– viajeros llegaron a Belén, a la dirección indicada por una estrella, pues lo de la nomenclatura parece que no estaba ni en su versión Beta por esos días, encontraron al Niño chupando una colombina que le había regalado algún visitante más madrugador. Entonces el Niño, desde pequeño muy generoso y dado a compartir, les ofreció de su colombina a los recién llegados: "Chupe, Gasparcito. Chupe Baltazarcito. Chupe, M'el choricito." Y así se iba llenando el pequeño de experiencia a su corta edad.

Pero yo estoy contando aquí otra cosa. El viaje a Barcelona, con aproximaciones, a veces documentadas con fotografías, de lo hecho esos días.


*Saliendo del Caixa Forum, acabando de visitar las exposiciones pendientes. Al fondo, la iluminación del Palacio del Rey*

Pues el 6 de enero fue día arte, completando la visita en el Caixa Forum. Completa la de Anglada-Camarasa y una del estudio fotográfico Sherezade donde entre las muchas imágenes me impresionó la anécdota tras unos retratos rasgados de una mujer: ella fue al estudio a pedirle al fotógrafo que le hiciera unas fotos. Poco después vino el esposo de la joven a reclamarle al fotógrafo los negativos de esas fotos. El hombre era muy celoso y hacía sufrir mucho a la esposa. En esa ocasión no estaba enfadado o celoso con el fotógrafo, sólo molesto por la decisión de su mujer de ir sin su permiso a fotografiarse. El acuerdo al que llegaron fue que el propietario del Sherezade conservaría los negativos, pero los rayaría con un álfiler en presencia del ofendido esposo. Unos años después el celoso regresaría al estudio, pidiendo al fotógrafo que le hiciera copias a partir de los negativos deteriorados, pues eran la única fuente de imágenes de su difunta esposa que, agoviada por los sufrimientos, se había suicidado, inmolándose.

Y también día de cine. Y aquí quiero destacar uno de los detalles que más me hicieron simpatizar con la ciudad: hay todavía salas de cine. Teatros pequeños, con la elegante personalidad que la arquitectura le otorgaba a su uso específico. Admítanme lo de
personalidad, aunque hable de edificaciones, pero es lo que más se aproxima a la sensación de ir a cine, al CINE. A ver Babel.

Por suerte después de semejante carga emocional nos encontramos con el Kofla de nuevo, lo que abre la siguiente entrada de este blog.

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