2012/06/06

Y, ¿qué más cuenta, qué más ha hecho?

Así saludaba un legendario vecino del también –entonces; ya no más, para bien y para mal–legendario Colseguros.

Y para responder a la nunca satisfecha pregunta (hablo del vecino, quien, sin importar cuánto se le contara, repetía la pregunta, como si volviera al punto inicial), de lo conseguido en los últimos tiempos, me alegra mucho presentar el video, resultado de un proyecto de excepcional riqueza en varios aspectos.



La GIZ - Agencia Alemana de Cooperación Técnica es una organización adscrita al ministerio de desarrollo, con muchos años de experiencia y una probada solidez. Dicho de otra manera, una institución bastante conservadora en lo que a métodos y contenidos concierne.
Grata sorpresa es, por esta razón, haber tenido la rara oportunidad de proponer con holgada libertad un concepto en torno a lo recopilado en algunos países de Africa y el sur de Asia sobre las herramientas de E-Learning.

Se trata de una invitación dinámica, construida con los rostros y las voces de los verdaderos protagonistas, a conocer y aprovechar este versátil recurso.

El equipo humano componente de las partes involucradas, solamente deja abierto el franco deseo de volver a trabajar juntos.

Véanlo, compártanlo, opinen, lo que quieran, como quieran, cuantas veces quieran. ¡Gracias por la atención!

2012/04/17

Schon ein fester Termin! - Primer programa

Ja, man sollte während des Urlaubs auf programmierten Tätigkeiten und bestimmten Uhrzeiten verzichten. Trotzdem möchte ich diese Möglichkeit nicht verpassen um etwas zu tun, dass ich jahrelang sehr begehrt habe. Deshalb fange ich direkt am Montag mit dem Surfkurs bei Toños Schule La Marea.
Ich freue mich schon darauf!

Contrario a lo que se piensa de las vacaciones, tiempo durante el que se huye a todo horario y actividad programada, ya contacté a Antonio "Toño" Acosta en Playa Martiánez, para hacer el tanto tiempo planeado pero hasta ahora no realizado curso de surf, en su escuela La Marea.
Si no se vela el rollo y no le entra agua a la instamatic, publicaré algunas fotos aquí, para deleite de, de, de, para deleite propio.

2012/03/14

Porque los recuerdos propios también son ajenos





El afortunado tiempo que me fue posible tomar todo seminario o proyecto dirigido o encabezado por el profesor Gui Bonsiepe hasta su ilógico retiro forzado de la Academia alemana por simple acato a la ley de edad de jubilación fue, entre otras cosas, una oportunidad para entender el gran cambio ocurrido en tan poco tiempo en materia de herramientas de elaboración de las ideas de diseño: en varias ocasiones contaba él con tono de graciosa anécdota, la forma como se componía una pieza gráfica, recortando, pegando, levantando textos con Letraset o con tinta y puntas de rotulado, a mano, corrigiendo, raspando, volviendo a pegar, y su reproducción en series limitadas con la ayuda de la fotocopiadora. Al escuchar estas historias, había una división clara del público presente: los que, de solo intentar, sin lograrlo, imaginar cómo habría sido ese casi absurdo trabajo, ahora posible en unos cuantos clics, y el resto, que en ocasiones era yo solo, que pensaba "sí, igual que yo también lo hice, en mi país y durante mi primer estudio".

Debo a mi gran amigo Andrés Páez y a un feliz encuentro entre su archivo de una participación que se me ocurrió hacer y repartir entre pocas personas con el inusual, casi gratuito motivo de una cirugía, la memoria de este testimonio de la incomodidad que me producía no saber qué hacer con el miedo, tal vez, con el temor de estar al menos por el tiempo de recuperación incapacitado para producir, o ya no sabría explicar ese arranque creativo a partir de cualquier evento.

Dada la ubicación espacio-temporal, hoy en día esto tendrá, a juicio de todo adolescente con un computador y alguna aplicación gráfica elemental, la categoría de "primer esbozo". Tal vez, para otros propósitos, en su época también lo fuera. Pero el gesto y su motivo requerían de algo de estas dimensiones, nada más allá. De otro modo, creo que también habría muerto antes de nacer, asfixiada la idea por su innegable dosis egocéntrica. Lejos de juicios, como fue posible, también la comparto hoy, para divertir la memoria, para divertirse con la memoria.

2012/03/09

Algo nuevo, ¡por fin!


Muy a propósito de un comentario de mi amigo Martín Villamizar en facebook, me anima a escribir sobre algo que me ha ocupado hace un tiempo acerca de quién y qué escribe, o más exactamente, de lo que al final recibe/lee uno en facebook: está claro que hay un supuesto principio/propósito de buena fe en lo que cada usuario "comparte". Pero no nos vamos a engañar, que la mayoría se limita a la ostentación alrededor de logros de una población promedio: no he leído a ninguno (pero eso puede ser una deficiencia mía, no de mi propio círculo de amigos) que escriba –en serio– "otro Maserati para mi colección", o "alguien me puede aconsejar en qué invertir seis millones de Euros que tengo aquí temperando?".

Lo del Maserati como ejemplo del auto de los sueños se refleja, en el mejor de los casos, en la foto rápidamente tomada al sentarse, con o sin permiso, en una visita, exhibición, dentro del mismo o, en su versión más patética, recostado contra alguno estacionado en la calle, haciendo ademán de ser el suyo.

A lo que voy, por si ya empieza a rondar la sensación de que me estoy desviando, es que la expectativa de mensajes, noticias o informaciones de facebook se limita, en forma también justificable dentro de lo humano, a la inflación de buenas noticias. Pero no vamos a esperar que alguien dedique su espacio, su ventana pública a publicar que cayó en la ruina, que lo descubrieron robándose las cucharas de la cafetería del trabajo, que su novia lo engaña o cualquier otra calamidad: en esta tarima se trata de lo bien que me va, si se puede exagerando, del viaje que todos codiciamos pero no todos nos podemos permitir –y otra vez, que otro grupo de la sociedad ya está harto de hacer–, cosas por el estilo.

Salvo compartir la pérdida de un ser querido, u otra noticia dentro de la categoría de las tristes despedidas, nadie quiere reportar malas noticias. Y los que lo hacen, lo hacen con una estructura si no heredada ya envidiada por los más baratos diarios de prensa roja, acompañando textos escandalosos con fotos repugnantes.

En fin, la verdad del muro lo es en la medida que cada uno la quiera contar y que cada lector/amigo/contacto la quiera creer. Casi como en la vida real. Pero solo casi.