2016/12/12

Niñez arrebatada

No vamos a poder encontrar nunca más (si es que alguna vez existió) la medida justa entre lo conveniente de ver (por seguridad, experiencia y supervivencia), lo sano de ocultar y del plazo para seguir o dejar de hacerlo y los procesos justos para asimilar lo inevitablemente expuesto:
Venía pensando algo que vuelve a hacerse patente a partir del desarrollo de la triste noticia de la niña hace una semana y un texto del maestro (plástico y de vida) Dioscórides Pérez, sobre el "daño del ojo".

Como es usual en esta etapa del año en que la luz empieza a escasear y las temperaturas descienden, sobrevienen los que aquí se suelen llamar, en forma "respetuosa", resignada y práctica, "accidentes de tráfico". El enunciado reduce a la consecuencia y evitando la innecesaria descripción, clara para quien lo ha experimentado y sin revelar para quien no, el método de acabar con la vida lanzándose a las vías del metro o del tren. Hace unos días mi hijo de 9 años, que lleva poco tiempo saliendo solo volvió con la noticia, más confundido sobre la manera como habría de llegar ese día a su colegio, que por lo que alcanzó a entender juntando lo mucho o poco visto y las indicaciones de la policía que había ocurrido.

En la tarde, de regreso, el mayor tenía un muy discreto resumen de lo sucedido mientras que la menor ilustraba con ejemplos recopilados entre sus pequeños amigos varios cuadros posibles, todos rebozantes de descripción gráfica.

Es irresponsable crearle a los niños un mundo sin defectos, sin dolor, insosteniblemente bueno, sano, correcto y positivo. Hay en todo y en todos fuerzas, facetas, episodios y zonas "malas", oscuras, contraproducentes. Hay una parte de la labor consistente en garantizar entornos, caminos, personas, actividades seguras. Y esa misma debe hacer visible en su totalidad (o la máxima posible), que hay gente, lugares, horas  y decisiones peligrosas. Igualmente falta instrumentar para crear el juicio que muestra el riesgo que se esconde en donde no parece estar.

Es deber, en esta sociedad que presenta generosísima casos e historias, el más táctico, amoroso, maduro y armónico apoyo y acompañamiento hacia la pérdida de la inocencia. La que entrene la alerta sin matar la espontaneidad, que fortalezca la cautela sin sembrar la desconfianza, que advierta sobre la humanidad enferma sin destruir la fe en ella.
Tejer, en últimas, la red comunitaria que defienda, proteja e intervenga para mantener la integridad de cada uno y del conjunto.

Keine Kommentare: