2007/11/11

Plan B

Esta es una de esas historias que puede llegar a irritar a todos aquellos que no toleran los cambios repentinos de planes. Entre ellos, digamos por puro estereotipo, a un gran porcentaje de los alemanes. Aunque la psicorigidez no tiene nacionalidad exclusiva ni registrada.

Es sábado en la mañana y, entre los planes más predecibles en un sábado de una pareja promedio está, aparte de hacer la compra semanal, ir a IKEA. En nuestro caso, porque dentro de los preparativos para el nacimiento del bebé está reubicar ciertas cosas en el apartamento, cambiar muebles, traer nuevos, de los que hacen parte del equipamiento propio a la nueva vida con bebé en casa. Para esto, como sabemos que son varias cosas, y que esas cosas van a ser grandes y pesadas, acudimos a la ayuda del siempre dispuesto Ben y su Pitt.

Todo previamente programado, la salida está prevista para las 10:30.
Sólo que Lukas ha pasado una noche especialmente mala, de dolor, que atribuye a la intensa actividad durante la reunión del proyecto que coordina hace un tiempo ya y que se acerca a su fin. Ella ha continuado sus actividades porque, hablando con la ginecóloga, le dice que ella misma toma la decisión de hasta cuando trabajar, mientras se sienta bien y no se sobreexija.
En fin, en el impulso para levantarse a la visita al baño de las 6:00, algo de líquido sale de su cuerpo. Es normal que, en la semana 37, una mujer pierda de manera involuntaria algo de su orina, por la presión que empieza a aplicar la cabeza del bebé que ya busca su ubicación para el nacimiento. Pero para eso, según los exámenes periódicos, falta hasta el 4 de diciembre. Además, la cantidad de líquido perdida no se asemeja a las gotas que pueden perderse.
Luego, la alerta se activa cuando entre la pérdida hay un par de gotas de sangre. Intentamos mantener la calma y empezar a avisar a las personas más idóneas. Teniendo en cuenta la hora y el dia de llamada, las voces no ocultan la evidente y penosa crueldad que hemos cometido, sacándolos de su plácido sueño. Indira da unas instrucciones, antes de volver a llamar, esta vez despierta, con indicaciones más precisas, de las que suele dar la gente, ¡cuando está despierta!
La partera está tan resfriada que difícilmente habla y respira, y es obvio que no se va a levantar de su cama, ni porque quiera. Esa persona con quien se ha planeado todo, la compañía, la consejera, la mano derecha, la profesional de confianza, no puede estar cuando debería: no es la primera vez que pasa esto, entre los relatos de otras parejas de amigos, hoy felices padres. O dejando la pasión de lado mejor preciso, hoy padres.
Eso sí, acierta a indicar que, y para esto son ya las 9:30, mejor vayamos a la clínica: lo más seguro es que hagan un control de las pulsaciones del bebé, revisen que todo sigue en orden y volvamos a la casa. O mejor dicho, sigamos para IKEA.

Cuando Ben llega, estamos terminando el desayuno, él más bien empieza a desayunar, mientras ya es un hecho que haremos una escala en la clínica, para seguir tranquilos los preparativos en la tienda de muebles. En eso, Lukas ha empezado a presentar ciertos dolores con alguna regularidad periódica. Digamos, contracciones. Lo pensamos, pero no lo decimos. Al fin y al cabo, la cita es más tarde, dentro de tres semanas. Hacemos la maleta que, para esta fecha, todavía no está preparada. Hay tiempo para eso. Aunque ahora no. Pero en realidad, todo está listo, sólo faltaría empacarlo. Y eso hacemos.

Durante el viaje hay dolores y ciertas prácticas respiratorias, algo premonitorias.

En la recepción, un joven y amable enfermero nos conduce a un choque frontal contra un auténtico Bulldozer de la enfermería universal. Una burra que más bien parecía pertenecer a una de las muchas obras de construcción que se divisan desde los ventanales de la estación de maternidad, en el quinto piso de la clínica. Como suele ocurrir, lamentablemente, en lugares donde lo más importante es la integridad y el bienestar de los seres humanos, viene una de estas personas desprovistas del más mínimo tacto o carentes por completo de la virtud de la oportunidad y de la consecuencia, y le quita el ánimo y el apoyo que uno está esperando en un momento como estos. Específicamente, padres primerizos fuera de su país natal, en algo tan delicado como la salud, ya no sólo de uno mismo, sino de alguien que no se puede defender en lo más mínimo. Pero esto es, al fin y al cabo, un simple control. Lo hacemos, nos vamos y nos olvidamos que, alguna vez, nos encontramos con esta ignorante.

Consciente del tremendo cagadón cometido, pero con un orgullo del mismo tamaño del mataburros de personalidad con el que nos dimos de cara, la aguafiestas desaparece, enviando a una colega con más tacto, a hacer el tacto. Como apaga el equipo de monitoreo y arranca el papel en una actitud tan despreocupada, nos convencemos de que, además de que los dolores han desaparecido, se trataba de una falsa alarma. Sólo que ya, guante en mano y mano en pista, encuentra una dilatación de 3 (grado 3, clase 3, 3 centímetros, 3 croissants, difícil establecerlo). Tras formular el numerito, aparece la muchísimo más amable ginecóloga de turno a hacer preguntas de rutina para llenar la historia y nos indica que ya hay para nosotros una habitación asignada. La recomendación a modo de pasatiempo en la habitación es caminar durante una hora y media, haciendo algunas respiraciones y movimientos.

Si pasó realmente una hora y media no podría decirlo con certeza y, de preguntarle a Lukas, creo que diría una cifra mucho mayor, de esas que se acercan al ocho acostado, ese con que se simboliza al infinito. Pero ese lapso bastó para que, cuando regresamos a la sala de partos, el personal hubiera cambiado de turno, encontrándonos con gente tan especialmente amable, humana, sensible, tierna y dispuesta que, junto a la primera experiencia, todo parecía un sketch de los más baratos e inverosímiles que se ven por ahí, por desgracia en tan copiosa proporción.
Carola, la partera que se hizo cargo de nosotros, la ginecóloga que nos recibió con su cuestionario y el tío Ben, nos estuvieron acompañando en la labor más admirable por la valentía y fortaleza de una mujer convirtiéndose en madre, por la siempre grandiosa ocasión de lograr hacer un óptimo trabajo en equipo entre una pareja de inexpertos padres, de profesionales que saben hacer y también dejar hacer, sugerir, acompañar, para que la pareja encuentre su más cómoda, conveniente, segura, íntima y confiada vía de traer a su propio hijo al mundo.

Ben, que sufrió, pujó, sudó, lloró y resistió con nosotros, estuvo tomando fotografías, que voy a publicar muy pronto. Mientras, concluyo este relato con la confirmación de un trabajo más bien rápido, natural y libre de complicaciones: Lorenzo ya está con nosotros.

Soy un hombre muy feliz, orgulloso y lleno de admiración por la mujer que tengo a mi lado.
Todo mi amor para ella y para mi hijo recién nacido.

3 Kommentare:

Anonym hat gesagt…

LA FAMILIA PLATA NIÑO NO CABE DE LA FELICIDAD AL SABER QUE YA ESTA CON NOSOTROS LORENZO, A QUIEN ESPERAMOS CONOCER MUY PRONTO, LA TIA SILVIA ESTA MUY FELIZ,MI MAMA JULIA Y MONICA LES ENVIAN UN FUERTE ABRAZO DE FELICITACION A LOS NUEVOS PADRES Y UN BESITO MUY ESPECIAL A LORENZO, QUE DIOS Y EL ABUELO RAFA, LO PROTEGAN Y LO CUIDEN POR SIEMPRE. BESOS.

VILLAMIX hat gesagt…

LORENZO!! LINDO NOMBRE... UN HERMOSO PREMIO PARA UNOS LINDOS PADRES, TODO EL AMOR Y LA BUENA ENERGIA PARA ESE VARONCITO QUE DESDE YA ES HINCHA HONORIS CAUSA DEL INDEPENDIENTE SANTA FE!!

Anonym hat gesagt…

que se puede decir!!!!!!!!!!! que es uno de los momentos mas emocionantes y felices en la vida de quienes esperamos a Lorenzo!!!! que alegria y que linda foto la publicada. les enviamos mucho amor, muchos besos y abrazos a los tres y muchas felicitaciones!!! pedimos que cuando sea posible, que se pueda ver al padre, que muy seguramente hizo un gran trabajo. A la madre, todos nuestros respetos!